España: El triste adiós de Zapatero



Torrelavega (España).- Llegó al poder de casualidad y se marcha dejando el país convulsionado políticamente y casi en la quiebra económica, unas pésimas circunstancias que tardó en reconocer. Tanto es así, que la vox populi lleva tiempo diciendo que ha sido – está siendo, aún no se ha ido – el peor presidente de gobierno en la historia de la joven democracia española, algo más de 30 años.

José Luis Rodríguez Zapatero es la diana favorita en el que cada día se ceba en las ondas radiofónicas todo un ejército de analistas y tertulianos, lo mismo que en los editoriales y columnas de opinión de la mayoría de periódicos. Ni los canales de televisión antaño acólitos (Canal 4 de Prisa, o La Sexta donde Televisa S.A.B. tiene una importante participación) parecen ya guardarle respeto; es más, alguno incluso pide su cabeza de manera insistente.

La oposición siempre le tildó de demagogo barato; algunos más atrevidos incluso de mentiroso empedernido; otros más de ser un revanchista sin escrúpulos decidido a reescribir la historia (su abuelo fue un militar republicano que murió en la guerra civil de 1936 – 39).

El índice de rechazo popular a Zapatero ha superado los mínimos históricos alcanzados por José María Aznar en 2004 (3.9 puntos sobre 10) cuando se hizo la famosa foto de las Azores junto a George W. Bush, Tony Blair y Durao Barroso previa a la invasión de Iraq. A Zapatero no le ha hecho falta retratarse junto a nadie. Él solito se las ha arreglado para rebajar el listón hasta los 3.3 este mismo año.

Ni siquiera los socialistas parecen interesados en dejarse ver a su lado. Del optimista patológico convincente queda poco, y hoy sólo desprende un tufillo a gafe por naturaleza. No es de extrañar que el candidato socialista a las elecciones generales adelantadas al 20 de noviembre, Alfredo Pérez Rubalcaba, no le quiera cerca. Es que se ha convertido en un problema que resta credibilidad a las recetas mágicas que ahora anuncia (sin concretar) preconizando acabar con el paro y demás miseria nacional.

¿Qué ha hecho este hombre para acabar sumido en esta humillación y encarnar la más fiel imagen del desprestigio político? Diría que dos cosas: primero mentir; después hacer las cosas bien, por paradójico que se pueda antojar, y lo dice quien esto escribe, un anti-ZP (siglas por las que se le conoce aquí) convencido, que no anti socialista, aunque con ello no pretenda imitar al otro gran gurú del socialismo español, el ex presidente Felipe González, quien muy altanero el otro día decía: "Soy militante del PSOE, pero no simpatizante".

En contra de cualquier apariencia apriorística, mentir y hacer las cosas bien (o mejor dicho medio bien) no son cosas necesariamente incompatibles, mucho menos en el habitual contexto de ataques verbales muy virulentos por donde fluye el universo de la política nacional en el país, representado por una piel de toro extendida. Nunca mejor dicho, pues las cornadas verbales entre los dos grandes partidos – el conservador Partido Popular (PP), y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) – son el pan nuestro de cada día.
Pero vallamos al grano. Zapatero primero mintió, y después intentó corregir el rumbo para empezar a hacer las cosas medio bien. Rectificó tarde y a regañadientes, e incluso ahora que ya es un cadáver político en pleno funeral - falta el entierro - no ha podido culminar una serie de reformas económicas imprescindibles para la buena salud del país.

La mentira empezó durante la última parte de su primera legislatura (2004 – 08). En 2007 con el pinchazo inmobiliario y financiero estadounidense (la crisis subprime) se disparaban todas las alarmas. El riesgo contagio se hacía patente en el resto de las economías desarrolladas y España no podía ser una excepción. La economía llevaba una década creciendo y generando empleos siendo la construcción (el ladrillo) el principal motor. Se llegaron a construir en un solo año más viviendas que en Italia, Francia, Inglaterra y Alemania juntas. Y todavía hoy existen casi un millón de viviendas sin vender.

La banca pública – las Cajas de Ahorro equivalentes a los Savings & Loans estadounidenses – concedía préstamos sin hacer demasiadas preguntas. Era frecuente ver albañiles conduciendo un BMW, aunque a duras penas acertaban a escribir una frase correctamente o se equivocasen escandalosamente a la hora de realizar operaciones matemáticas tan sencillas como una división o una simple regla de tres. La inversión en I+D (R&D) brillaba por su ausencia, o a lo sumo era tan pírrica como desafortunadamente es la constumbre en este burladero. Los toros, arrogantes, campaban a sus anchas. Contratar y firmar una obra de construcción cualquiera (arreglar un baño o construir un chalet) significaba sobrepasar con creces el presupuesto pactado además de una eternidad. Decir algo era, simplemente, perder el tiempo.

José María Aznar (1996 – 2004) solía decir eso de que "España va bien", una frase que debió agradar a Zapatero porque no sólo continuó el modelo anterior de crecimiento económico, sino que lo elevó hasta cotas impensables consiguiendo algunos réditos ya que el desempleo llegó a estar en torno al 8%. Pero en 2007 el panorama empezó a cambiar y cuando el deterioro era ya algo más que una realidad en plena campaña electoral de 2008, Zapatero hizo gala de lo que unos llaman optimismo antropológico y otros mentiroso patológico.

Zapatero reventaba los mítines diciendo cosas como que España era la locomotora laboral de Europa, que la economía estaba libre de riesgos, las finanzas sólidas como una roca, y que en cualquier caso, la culpa era de los Estados Unidos. Con una verborrea in crescendo, llegó a propagar a los cuatro vientos que "España está en la Champions League de la economía", frase que popularizo al tiempo que hacía un gesto con las manos imitando la peculiar forma de sus cejas, gesto que explotaron un conjunto de intelectuales hasta la histeria, siempre adornado con discursos viciados en los que equiparaban al partido conservador como un conjunto de radicales ultra derechistas y antipatriotas por destacar el deterioro implacable de una economía que ya empezaba a crear desempleados como si fuera por generación espontánea.

Sin embargo, no eran sólo los conservadores del PP quienes veían la tormenta llegar con fuerza inusitada. Entidades internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo, los centros de estudios del Banco de Santander y del BBVA, además de todo un ejército de asesores presidenciales como Jordi Sevilla o el propio ministro de economía, Pedro Solbes, le decían lo mismo.

Aquí subyace el razonamiento para indagar en la mentira. ¿Cómo es posible ignorar los avisos de tanta gente, algunos de ellos de reconocidísimo prestigio, y actuar como si no pasara nada?

Zapatero pregonaba la inmunidad de España y se empeñó en hacer creer que la realidad era como él decía, y así empezó a repartir el dinero que quedaba en caja: 400 euros para quienes hacían la declaración de la renta, independientemente si se trataba de un multimillonario o alguien en paro; 2,500 euros por nacimiento (cheque bebé), ayudas para la dependencia, la compra de vivienda, documentos de residencia legal para todos, etc.

Claro, esto se entiende al saber que 2008 era un año electoral. Junto a aspectos positivos de la primera legislatura como la igualdad de sexos, el matrimonio gay o la ley de dependencia, había que tirar la casa por la ventana y ganar las elecciones. Pero no todo trascurría acorde al guión previsto: en 2007 había 1,791,900 personas registradas en el paro; en 2008 ya superaban los 3 millones y ahora son casi 5 millones (sin contar aquellas personas que reciben un dinero a cambio de matricularse en algún curso de formación laboral; no trabajan, pero tampoco figuran en las listas del desempleo).

El declive lo veían propios y extraños. El resto de los partidos políticos no le apoyó en la sesión de investidura, y todos sin excepción le advirtieron no de lo que se venía venir, sino de lo que ya estaba aquí. En este contexto es en el que cabe pensar que la faceta de mentiroso viene como el anillo al dedo. Los discursos de las mencionadas instituciones e incluso miembros de su propio gabinete contrastaban poderosamente con los lanzados por el líder socialista. Alguno se equivocaba. Ahora dice que no supo leer bien las circunstancias, pero también pudiera ser que las manipulase a conveniencia propia.

Dicho esto, aquí es cuando Zapatero empezó a hacer las cosas medio bien. A regañadientes tuvo que empezar a recortar beneficios, congelar pensiones, rebajar sueldos, suprimir dádivas, repatriar a inmigrantes, etc. Las reformas laboral y financiera están anunciadas aunque sin culminar. No es que estas cosas estén bien, sino que las medidas de austeridad se han impuesto como antídoto ante la hemorragia que sufre el país. Y lo hizo a regañadientes porque a pasar de tanta advertencia y un cúmulo sin parangón de parados (el 40% para la juventud), Zapatero seguía sin actuar, víctima de un populismo que ya solamente él parecía creerse. Tuvieron que ser la canciller alemana, Ángela Merkel, y el presidente estadounidense, Barack Obama, quien le obligaron a remangarse y ponerse a la faena.



Desde entonces le han abandonado los sindicatos y los partidos más escorados a la izquierda como los comunistas de Izquierda Unida; otros socialistas se desvincularon formando su propio partido (UPyD por ejemplo), y quienes quedan dentro del PSOE optan por ni siquiera salir a votar. Eso, entre otras cosas ocurrió en las últimas elecciones regionales y municipales del 22 de mayo último, cuando el PSOE obtuvo los peores resultados en los más de cien años del partido.

La última agarradera de Zapatero consiste en el discurso que últimamente viene diciendo: pasará a la historia como el estandarte que sentó las bases para la próxima recuperación. Lo dudo. Sin ningún prestigio internacional, habiendo hundido en la miseria al país y solamente reaccionando tarde y de forma inconclusa, lo más probable es que Zapatero pase a la historia como el peor presidente de gobierno de la joven historia de la democracia española.


Pedro Pulgar colabora habitualmente en medios de comunicación hispanos de Estados Unidos además de otras publicaciones en España.
Su oficio de freelance le lleva con frecuencia a destinos distintos y distantes entre si. Desde Buenos Aires a Damasco, o del DF en México a la City londinense, Pedro Pulgar relata historias donde la coyuntura socioeconómica, la política y la cultura de la región, se refleja en los comentarios del ciudadano de a pié. Las crónicas a menudo son el barniz que lustran las líneas de acción y pensamiento de quienes ostentan el poder, tanto sea éste económico, político o religioso, aspectos todos que más veces van dándose codazos que de la mano.
En el curriculum de Pedro Pulgar destacan más de 10 años de intensa labor para el diario La Opinión de Los Angeles, donde ejerció como columnista y Editor de la sección de Negocios. Entre las muchas personas entrevistadas durante los 15 años ejerciendo el oficio, figuran George W. Bush, Bashar Al-Assad, Plácido Domingo, Hillary Rodham Clinton y otros.
Pedro Pulgar está graduado de Filosofía Pura por la Universidad de Salamanca (España) y Business Administration por la California State University, Los Angeles.




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About Jesus Camarillo

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