DALLAS, Texas.- El general Emiliano Zapata fue el apóstol de la revolución mexicana, el idealista que la dignificó con la pureza de sus principios que defendían la ''tierra y libertad'' para los campesinos desposeídos. Su lucha fue la de millones de mexicanos empobrecidos que persiguieron su sueño hasta que fue asesinado en 1919. Fue entonces cuando comenzó la leyenda.
Y en Dallas, como todos los días de miércoles a sábado, Diego Alejandro Zapata, nieto del legendario general, limpia mesas y sirve platillos como mozo de servicio –busboy- en un restaurante de lujo en esta ciudad, donde reside indocumentado desde hace diez años.
Uniformado de chaqueta blanca y pantalón negro, se mueve diligente sirviendo vasos de agua, colocando pan y platillos a los adinerados clientes. Cuando terminan sus comidas, también él se encarga de retirar platos y cubiertos y limpiar sus mesas. Y repite la tarea infinidad de veces de seis a once de la noche.
La hija de Diego de 4 años, Alexa, juguetea alrededor: Tiene la mirada oscura y profunda, que taladra de su bisabuelo, dice que es mexicana y reconoce perfectamente al hombre de grandes bigotes en la fotografía que sostiene su padre. Nunca ha estado en México. Su madre, quien limpia casas para ayudar a la economía familiar, le cuenta del país que dejaron y de la sangre que corre por sus venas, la del gran Emiliano Zapata.
Para sobrevivir económicamente en Estados Unidos, el descendiente directo del Caudillo del Sur también realiza trabajos independientes durante la mañana, ya sea reparando aparatos, tareas de remodelación, de construcción y ha realizado labores como carpintero, electricista y prácticamente de ''multiusos''.
Su estadía en Estados Unidos ha sido una odisea. Cansado de su situación como indocumentado porque le impide ir a su país, tener una licencia de conducir y trabajar legalmente, señaló que ''espero una amnistía porque en México no tengo nada. Mi padre ni mi abuelo no nos dejaron nada. Tampoco tierras''. Y aquí sigue esperando un futuro para él, su esposa y su hija.
Diego revela que su madre vivió con la primera esposa de Emiliano Zapata, Inés Alfaro Aguilar, quien en sus últimos días de vida la ayudó y protegió tras la separación de su padre antes de 1979. ''Era una mujer de carácter que trató de manejar los temperamentos de su esposo y de su hijo Nicolás que fue problemático'', señaló.
Y el tema de las mujeres en la vida del Caudillo es inevitable. Oficialmente se le reconocen 9 parejas y 15 hijos a Emiliano Zapata, aunque hay versiones de que pudieran ser muchos más. ''En mi familia se cuenta que mi abuelo vivía en campamentos militares, donde también había mujeres solas o viudas, ya sea porque sus compañeros habían muerto o emigrado fuera de México, así que en un conflicto armado no era extraño que sucedieran los amoríos. Él las traía consigo'', narró.
''Mi padre Diego Zapata Piñeiro nació en uno de esos campamentos militares, el de Paso Colorado en Tlaltizapán en 1916 y después de su nacimiento, su madre María Jorge Piñeiro se enfermó ahí y Emiliano tuvo que llevarla a un hospital a la Ciudad de México. Nunca se supo más qué fue de ella, así que mi papá quedó prácticamente huérfano y lo tomó bajo su cuidado Inés Alfaro'', externó.
A su padre, hijo del líder revolucionario, lo vio poco durante su niñez, ya que él participaba activamente en organizaciones campesinas. ''Recuerdo el día que nos llevó a registrar a mí y a mis tres hermanos a insistencia de una tía, ya que por falta de acta de nacimiento sólo nos aceptaban en la escuela en calidad de oyentes'', comentó Diego Alejandro, quien hoy cumple 46 años de edad.
Todos sus hermanos y su madre viven en Estados Unidos. Dos de ellos también indocumentados, Jorge Gabriel que reside en Carolina del Norte, donde arregla yardas y es jardinero y Diego Emiliano que cocina sándwiches en un Deli en Nueva York.
Su hermano Eufemio Alex es ciudadano estadounidense, es chef en un restaurante francés en Brooklyn y fue el único que pudo viajar al funeral de su padre en México en el 2008. A través de él, su madre Gloria Cordero adquirió la residencia permanente y es empleada en una empacadora de pollo en Carolina del Norte.
Como su abuelo Emiliano Zapata, él nació en Anenecuilco, Morelos, donde vivió hasta los 13 años cuando sus padres se separaron. Ahí estudió la secundaria, se fue a vivir con su abuela Lupina Torres a La Sabana, en el estado de Puebla. ''Ahí trabajé con ella en el campo, le ayudé a pizcar, a usar el arado para sembrar maíz, cebolla, cacahuate, sandías y gladiolas. Sentí el amor a la tierra, a sus frutos'', expresó.
Después de esa época comenzaron sus incursiones rumbo a Estados Unidos. Lo hizo varias veces y cruzó siempre sin papeles. La primera de ellas, de adolescente y a través del pago a un ''coyote'', pasó por la frontera de Tijuana a Los Angeles, California y de ahí voló a Nueva York para trabajar como lavaplatos por 8 meses antes de volver a México para enrolarse en el ejército y graduarse como paracaidista de las brigadas militares.
"Cuando no encontré oportunidades de empleo para mí, regresé a Estados Unidos y volví a Nueva York como busboy en restaurantes griegos de Manhattan. Se enfermó mi padre y tuve que regresar a México y traté de quedarme si él me ayudaba con su influencia a buscar empleo, pero no resultó nada. El presidente Ernesto Zedillo en ese entonces no me recibió. Y no me quedó otra alternativa que volver a viajar al norte'', dijo.
Diego Alejandro esta vez cruzó la frontera por el desierto de Altar en Sonora, por el cual caminó durante 4 días con sus noches con un grupo de personas, durmió debajo de puentes en el monte hasta llegar a Tucson, Arizona de donde voló a New Jersey. El atentado terrorista a las Torres gemelas le hizo decidirse a venir a Dallas.
Esperanzados, él y su esposa le han escrito al actual presidente mexicano Felipe Calderón para solicitarle ayuda para conseguir una visa que les permita vivir legalmente en este país, pero no les ha respondido. Lo mismo hicieron con Vicente Fox y hasta con el ejecutivo estadounidense Barack Obama cuando llegó a la Casa Blanca.
Amante del ajedrez y de la historia, Diego Alejandro externa sus ideas, como por ejemplo que los países deberían ser gobernados por empresarios para que impulsen la competitividad que, en su opinión ahora es a nivel mundial. ''Y en eso, Estados Unidos aún quiere monopolizar el trabajo sólo para sus ciudadanos, cuando para avanzar y crecer hay que abrirse al mundo y aceptar trabajadores de todos lados'', señaló.
A la fecha, las ideas e imagen del Caudillo del Sur quedaron como símbolo de dignidad y congruencia que sirvieron de inspiración al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y resurge en manifestaciones populares donde no es nada extraño oír ¡Zapata vive!
Y aquí en Dallas, en su trabajo, el jefe anglosajón del nieto, en el restaurante, no tenía idea quién era el busboy al que mandaba diariamente, hasta que se le informa que es heredero del comandante del Ejército Libertador del Sur, General Emiliano Zapata, aquel revolucionario que anheló ''Tierra y libertad'' para los campesinos mexicanos. Aquél que dijo que ''era mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado''.
A más de un siglo de que su abuelo comandara a miles en su ejército que como él estaban dispuestos a morir por una de las causas básicas que le dieron sustento a la Revolución mexicana, puso en jaque al gobierno federal en turno y dejó una herencia de idealismo en la historia de México, su nieto en Estados Unidos carece de propiedad alguna, renta un pequeño apartamento y lucha por sobrevivir en un suelo ajeno a su patria.
El nieto del ícono mexicano que defendió a los pobres y desposeídos ha servido literalmente en este país a los ricos en Manhattan y ahora en Dallas por necesidad. Y sólo requiere un puñado de documentos que le devolverían la legalidad que perdió al volverse un exiliado económico en Estados Unidos.
Es que el sueño de Emiliano no llegó a los suyos. ''Algún día me gustaría regresar a México, claro, pero sin oportunidades no puedo'', dijo.
******
Yolanda González Gómez. Periodista con más de 20 años de experiencia como reportera, corresponsal y columnista. Ha trabajado como corresponsal del diario ''La Jornada'' en México, en el ''Diario La Estrella'' en Dallas y ha sido colaboradora en los periódicos ''Reforma'' y ''Hoy'' de Tribune en Los Angeles y Chicago.
Es Licenciada en periodismo y tiene estudios de Letras Españolas.
Actualmente reside en Dallas.
0 comentarios:
Publicar un comentario