En una época creía que las personas que posponen una acción o una decisión, lo hacen por falta de voluntad, pereza o desorganización, ahora sé que la raíz es mucho más profunda, el origen se encuentra en la mentalidad con la que se enfrenta las tareas y los asuntos pendientes, la razón real es el miedo al futuro.
El problema es que cada vez que las personas se enfrentan a algo por hacer, a una decisión por tomar, aparece el miedo que está latente, que viene del pasado, y amordaza el presente llevándolo a la inacción hacia el futuro. Un ejemplo de esto es la toma de decisión. Todos sabemos que al tomar una decisión en el presente comprometemos el futuro que esa decisión abarca, por eso la toma de decisión paraliza a un buen porcentaje de las personas. Lo más significativo se ve en los empleados de una corporación: todos quieren el puesto de Manager , Gerente o Director, a todos les gusta el poder, todos dicen: yo haría tal cosa, yo haría tal otra, pero a la hora de decidir, de tomar una acción, a la hora de tomar responsabilidades, se paralizan o huyen, porque les asusta las consecuencias de una decisión mal tomada.
Esta inacción está formada por un conjunto de "justificaciones" o "excusas" que damos, a los demás o a nosotros mismos, para postergar decisiones que cambiarían la situación. Cuando se pospone una tarea, es muy probable que esté asomando el pasado miedoso o pesimista. Todos sabemos que postergar es una manera de alejar la posibilidad del fracaso; mucha gente suele posponer aquellas tareas que suponen un desafío, que tengan algún cambio, o que involucran alguna dificultad. Normalmente las personas tienen "justificaciones inteligentes" para no hacer las cosas, pero realmente son excusas que cubren la forma de no asumir responsabilidades y buscan en el exterior, culpables que carguen con su inacción.
Existen varias razones "lógicas" que afloran a la hora de tomar una acción. Las más comunes se pueden repartir en tres grupos o mejor dicho en tres "miedos", entonces analicemos cada uno de estos "miedos":
Miedo a comenzar: "Estoy muy ocupado"
Una forma de no tomar responsabilidades es tomar muchas responsabilidades. Aunque parezca ilógico, aceptamos muchas responsabilidades, para demostrar que estamos muy ocupados y tener la posibilidad de resolver aquellas que no nos comprometen y escapar de aquellas responsabilidades que no queremos asumir. Es decir escondemos nuestra responsabilidad dentro de un montón de responsabilidades y tenemos la excusa de resolver algunas para no dedicarnos a las verdaderas. En nuestro deseo de mostrarnos dedicados y capaces, aceptamos más tareas de las que podemos manejar, así podremos elegir resolver las más fáciles y los miedos nos impedirán resolver las más importantes...
Muchas personas tienden a convertir cada acción en una decisión; el miedo a equivocarse tiene que ver con el afán de perfección. Temen no lograr alcanzar cierta calidad, prefieren no arriesgarse. Buscan y analizan la perfecta solución y quedan paralizados en la inacción, pero ya sabemos que "no hay peor resultado que ninguno".
Cuando pospone por temor a equivocarse, debe pensar que un trabajo "imperfecto" pero concretado, es mucho mejor que uno "perfecto" pospuesto indefinidamente. Muchas personas antes de actuar, se detienen en muchas dudas, inseguridades, analizan ventajas y desventajas, plantean diferentes escenarios. Si bien es correcto considerar detenidamente algo antes de emprenderlo, en ocasiones "pensar" paraliza, por eso es necesario poner un límite al proceso de decisión y pasar a la acción, para eso está la intuición.
La tendencia a comprometernos de más es uno de los mejores aliados de la postergación. Normalmente cuando las personas sufren las consecuencias de posponer tareas y asuntos (atrasarse, tener conflictos con otras personas, privarse de un beneficio, sentirse estresado, etc.) prometen no hacerlo más, sin embargo, seguirán justificando la "parálisis", porque algún recuerdo no les permitirá avanzar, porque alguna experiencia propia o ajena les impedirá completar el trabajo y la acción. Se enfocan en la "excusa" de lo mucho que hay por hacer, en lugar de pensar que es aquello realmente importante y hacerlo. Se torturan pensando en la cantidad de cosas que debería hacer en lugar de reflexionar sobre las verdaderas prioridades.
¿Qué es lo más importante? ¿Qué es aquello que no puede dejar de hacer? ¿Qué consecuencias traerá no hacer determinada cosa?
Miedo a avanzar: "Es muy aburrido"
Siempre se tiene una explicación para dejar de hacer algo, para encontrar algo desagradable o aburrido, porque todas las tareas son aburridas y todas las tareas son divertidas, depende como las enfrente. Para mucha gente manejar un vehículo las tensiona y las agota, en cambio para otros les relaja y les agrada. Si piensa que hacer algo es una "carga" le costara más trabajo hacerla que si lo considera un "placer". Cuando se concentra en las molestias y el desagrado de un proceso, piense en los beneficios del resultado de ese proceso: pensar en los objetivos le hará llegar a la meta.
Una vez que empezó algo se da cuenta que era más complejo de lo que creía, esto puede ser por su duración, dificultad, complejidad o tamaño, se siente abrumado por el trabajo y busca "razones lógicas" para abandonarlo, es decir que en lugar de enfrentar el problema se condiciona. Es allí que no sabe por dónde avanzar, ante semejante confusión, lo más fácil es dejar de hacer las cosas, es decir, pasar a la inacción con alguna explicación "creíble". Este pensamiento tiene una sabia solución, si el tamaño del problema es grande "divídalo en pequeños problemas", si el problema es complejo "divídalo en pequeñas complejidades", si es muy dificultoso "divídalo en pequeñas dificultades", si es muy complicado "divídalo en pequeñas complicaciones".
Cuando enfrente una tarea difícil divídala en partes y al realizar una por vez, verá que se transforman en acciones fáciles y sencillas.
Miedo a terminar: "Lo haré a mi propio ritmo"
Muchas personas creen que la presión los motiva, los ayuda a concentrarse y aumenta su productividad, o creen que hacer algo a última hora es excitante, pero la realidad es que se trabaja mejor cuando se controla el proceso. Dejar cosas para último momento es una forma de "pasarle" el control al reloj, sin asumir la responsabilidad, luego cargarle la culpa a la falta de tiempo por los errores.
Trabajando contrareloj se pierde el control sobre los imprevistos y sobre errores debido a la prisa, pero más allá de que nosotros tengamos un ritmo natural de trabajo, existe un ritmo óptimo para cada tipo de tarea, por lo tanto, debemos pensar "lo haré al ritmo más productivo" y respetar ese ritmo.
Otra forma de terminar trabajando contrareloj es postergar la acción porque "tengo tiempo", pensar que tenemos tiempo para hacer algo, hace que lo posterguemos; esto ocurre normalmente con acciones que no tienen una fecha específica de terminación, o creemos que esa fecha es "elástica", total no nos pusieron un meta de tiempo determinada. El problema es que el tiempo no se detiene, no espera, y jugar con el tiempo es jugar con un explosivo inestable: en algún momento estallará y provocara daño. Lo importante es establecer fechas para todo, no esperar que el jefe o el cliente o el proveedor le soliciten el trabajo terminado, si es posible entréguelo antes, de esa forma despertará confianza y respeto del otro.
El miedo al futuro se combate en el presente
Muchas veces nos negamos a comenzar algo, porque asumimos que no lo terminaremos, porque estamos ocupados, porque es complicado, porque es aburrido, porque no es el momento, porque existen otras posibilidades, entonces nos preguntamos:
¿Estoy seguro que este es el momento? ¿Para qué voy a comenzar si jamás lo finalizaré? ¿Estoy convencido que esta es la acción adecuada? ¿Qué sentido tiene empezar algo tan complicado, si no estoy capacitado para resolverlo?
La respuesta a esas preguntas es otra pregunta: ¿qué pasos debo dar para comenzar?
Debemos comprender que el futuro es hoy. Vivimos en un mundo virtual, en donde los televisores son cada vez más grandes y planos, los celulares son cada vez más pequeños y asombrosos y las computadoras más sencillas y amigables, las decisiones se toman descartando excusas y justificaciones. Vivimos en un mundo de cambios continuos, los miedos a comenzar, avanzar y terminar, se identifican en los miedos al cambio, porque esa es la raíz en un mundo que cambia constantemente, en un mundo donde los negocios virtuales son cada vez más rentables, donde los millonarios viven dentro de la tecnología. En este mundo no podemos temerle al cambio, porque estaremos caminado rumbo a la pobreza y la miseria, arrastrando a nuestros seres queridos.
El problema es que cada vez que las personas se enfrentan a algo por hacer, a una decisión por tomar, aparece el miedo que está latente, que viene del pasado, y amordaza el presente llevándolo a la inacción hacia el futuro. Un ejemplo de esto es la toma de decisión. Todos sabemos que al tomar una decisión en el presente comprometemos el futuro que esa decisión abarca, por eso la toma de decisión paraliza a un buen porcentaje de las personas. Lo más significativo se ve en los empleados de una corporación: todos quieren el puesto de Manager , Gerente o Director, a todos les gusta el poder, todos dicen: yo haría tal cosa, yo haría tal otra, pero a la hora de decidir, de tomar una acción, a la hora de tomar responsabilidades, se paralizan o huyen, porque les asusta las consecuencias de una decisión mal tomada.
Esta inacción está formada por un conjunto de "justificaciones" o "excusas" que damos, a los demás o a nosotros mismos, para postergar decisiones que cambiarían la situación. Cuando se pospone una tarea, es muy probable que esté asomando el pasado miedoso o pesimista. Todos sabemos que postergar es una manera de alejar la posibilidad del fracaso; mucha gente suele posponer aquellas tareas que suponen un desafío, que tengan algún cambio, o que involucran alguna dificultad. Normalmente las personas tienen "justificaciones inteligentes" para no hacer las cosas, pero realmente son excusas que cubren la forma de no asumir responsabilidades y buscan en el exterior, culpables que carguen con su inacción.
Existen varias razones "lógicas" que afloran a la hora de tomar una acción. Las más comunes se pueden repartir en tres grupos o mejor dicho en tres "miedos", entonces analicemos cada uno de estos "miedos":
Miedo a comenzar: "Estoy muy ocupado"
Una forma de no tomar responsabilidades es tomar muchas responsabilidades. Aunque parezca ilógico, aceptamos muchas responsabilidades, para demostrar que estamos muy ocupados y tener la posibilidad de resolver aquellas que no nos comprometen y escapar de aquellas responsabilidades que no queremos asumir. Es decir escondemos nuestra responsabilidad dentro de un montón de responsabilidades y tenemos la excusa de resolver algunas para no dedicarnos a las verdaderas. En nuestro deseo de mostrarnos dedicados y capaces, aceptamos más tareas de las que podemos manejar, así podremos elegir resolver las más fáciles y los miedos nos impedirán resolver las más importantes...
Muchas personas tienden a convertir cada acción en una decisión; el miedo a equivocarse tiene que ver con el afán de perfección. Temen no lograr alcanzar cierta calidad, prefieren no arriesgarse. Buscan y analizan la perfecta solución y quedan paralizados en la inacción, pero ya sabemos que "no hay peor resultado que ninguno".
Cuando pospone por temor a equivocarse, debe pensar que un trabajo "imperfecto" pero concretado, es mucho mejor que uno "perfecto" pospuesto indefinidamente. Muchas personas antes de actuar, se detienen en muchas dudas, inseguridades, analizan ventajas y desventajas, plantean diferentes escenarios. Si bien es correcto considerar detenidamente algo antes de emprenderlo, en ocasiones "pensar" paraliza, por eso es necesario poner un límite al proceso de decisión y pasar a la acción, para eso está la intuición.
La tendencia a comprometernos de más es uno de los mejores aliados de la postergación. Normalmente cuando las personas sufren las consecuencias de posponer tareas y asuntos (atrasarse, tener conflictos con otras personas, privarse de un beneficio, sentirse estresado, etc.) prometen no hacerlo más, sin embargo, seguirán justificando la "parálisis", porque algún recuerdo no les permitirá avanzar, porque alguna experiencia propia o ajena les impedirá completar el trabajo y la acción. Se enfocan en la "excusa" de lo mucho que hay por hacer, en lugar de pensar que es aquello realmente importante y hacerlo. Se torturan pensando en la cantidad de cosas que debería hacer en lugar de reflexionar sobre las verdaderas prioridades.
¿Qué es lo más importante? ¿Qué es aquello que no puede dejar de hacer? ¿Qué consecuencias traerá no hacer determinada cosa?
Miedo a avanzar: "Es muy aburrido"
Siempre se tiene una explicación para dejar de hacer algo, para encontrar algo desagradable o aburrido, porque todas las tareas son aburridas y todas las tareas son divertidas, depende como las enfrente. Para mucha gente manejar un vehículo las tensiona y las agota, en cambio para otros les relaja y les agrada. Si piensa que hacer algo es una "carga" le costara más trabajo hacerla que si lo considera un "placer". Cuando se concentra en las molestias y el desagrado de un proceso, piense en los beneficios del resultado de ese proceso: pensar en los objetivos le hará llegar a la meta.
Una vez que empezó algo se da cuenta que era más complejo de lo que creía, esto puede ser por su duración, dificultad, complejidad o tamaño, se siente abrumado por el trabajo y busca "razones lógicas" para abandonarlo, es decir que en lugar de enfrentar el problema se condiciona. Es allí que no sabe por dónde avanzar, ante semejante confusión, lo más fácil es dejar de hacer las cosas, es decir, pasar a la inacción con alguna explicación "creíble". Este pensamiento tiene una sabia solución, si el tamaño del problema es grande "divídalo en pequeños problemas", si el problema es complejo "divídalo en pequeñas complejidades", si es muy dificultoso "divídalo en pequeñas dificultades", si es muy complicado "divídalo en pequeñas complicaciones".
Cuando enfrente una tarea difícil divídala en partes y al realizar una por vez, verá que se transforman en acciones fáciles y sencillas.
Miedo a terminar: "Lo haré a mi propio ritmo"
Muchas personas creen que la presión los motiva, los ayuda a concentrarse y aumenta su productividad, o creen que hacer algo a última hora es excitante, pero la realidad es que se trabaja mejor cuando se controla el proceso. Dejar cosas para último momento es una forma de "pasarle" el control al reloj, sin asumir la responsabilidad, luego cargarle la culpa a la falta de tiempo por los errores.
Trabajando contrareloj se pierde el control sobre los imprevistos y sobre errores debido a la prisa, pero más allá de que nosotros tengamos un ritmo natural de trabajo, existe un ritmo óptimo para cada tipo de tarea, por lo tanto, debemos pensar "lo haré al ritmo más productivo" y respetar ese ritmo.
Otra forma de terminar trabajando contrareloj es postergar la acción porque "tengo tiempo", pensar que tenemos tiempo para hacer algo, hace que lo posterguemos; esto ocurre normalmente con acciones que no tienen una fecha específica de terminación, o creemos que esa fecha es "elástica", total no nos pusieron un meta de tiempo determinada. El problema es que el tiempo no se detiene, no espera, y jugar con el tiempo es jugar con un explosivo inestable: en algún momento estallará y provocara daño. Lo importante es establecer fechas para todo, no esperar que el jefe o el cliente o el proveedor le soliciten el trabajo terminado, si es posible entréguelo antes, de esa forma despertará confianza y respeto del otro.
El miedo al futuro se combate en el presente
Muchas veces nos negamos a comenzar algo, porque asumimos que no lo terminaremos, porque estamos ocupados, porque es complicado, porque es aburrido, porque no es el momento, porque existen otras posibilidades, entonces nos preguntamos:
¿Estoy seguro que este es el momento? ¿Para qué voy a comenzar si jamás lo finalizaré? ¿Estoy convencido que esta es la acción adecuada? ¿Qué sentido tiene empezar algo tan complicado, si no estoy capacitado para resolverlo?
La respuesta a esas preguntas es otra pregunta: ¿qué pasos debo dar para comenzar?
Debemos comprender que el futuro es hoy. Vivimos en un mundo virtual, en donde los televisores son cada vez más grandes y planos, los celulares son cada vez más pequeños y asombrosos y las computadoras más sencillas y amigables, las decisiones se toman descartando excusas y justificaciones. Vivimos en un mundo de cambios continuos, los miedos a comenzar, avanzar y terminar, se identifican en los miedos al cambio, porque esa es la raíz en un mundo que cambia constantemente, en un mundo donde los negocios virtuales son cada vez más rentables, donde los millonarios viven dentro de la tecnología. En este mundo no podemos temerle al cambio, porque estaremos caminado rumbo a la pobreza y la miseria, arrastrando a nuestros seres queridos.
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